Cuando vi por primera vez a Roy Halladay en los puestos altos de votos para el Salón de la Fama del Béisbol, tengo que confesar que me sorprendí un poco. Pensé que le tenían pena por su muerte trágica y prematura, y no estaba claro que al morir en el 2017, era elegible para ser considerado al Salón de la Fama del Béisbol.
Siempre he pensado que la mayoría de los peloteros, en la mayoría de las ocasiones, tienen dos o tres años al principio de su carrera, sobre todo cuando son lanzadores jóvenes donde están en desarrollo, y luego al final dos o tres años donde pierden sus habilidades.
En el caso de Halladay, busqué los 10 años más destacados que son entre los años 2002 al 2011, y en ese año inicial, llega primero en entradas lanzadas con 239.1, además de ser seleccionado al Juego de Estrellas. En el último año de esa etapa (2011), llegó segundo con 233.2 entradas y fue seleccionado a su octavo Juego de Estrellas.
Halladay lanzó un promedio de 30 juegos y 219 entradas por temporada en esos 10 años. En ocho de ellas tuvo sobre 200 entradas y en cuatro fue líder en la liga. Su record de victorias y derrotas fue 170-75 para un tremendo .694 W% y ERA de 2.97, estando en la Liga Americana en ocho de esos años. El ERA+ (efectividad ajustada a los parques donde lanzó) fue un espectacular 143 con 63 juegos completos y 18 blanqueadas.
Es autor de dos juegos sin hits ni carreras, uno en de ellos perfecto y el otro en serie post temporada (el segundo en la historia), ambos en el 2010. Además, fue recipiente del Premios Cy Young en las dos ligas, algo bien difícil de realizar.
Sus totales de por vida no son abultados. En dieciséis temporadas (doce con Toronto y cuatro con Filadelfia) tuvo marca de 203-105/2,117 p´s/3.38, pero fue un serpentinero sumamente dominante y de mucho impacto en las Grandes Ligas.
Luego de haber analizado su carrera, entiendo que merece ser seleccionado al Salón de la Fama del Béisbol.
Fuentes:
www.baseball-reference.com
www.fangraphs.com
