Uno de los criterios para figurar en la boleta del Salón de la Fama es haber jugado, al menos, 10 temporadas en las Grandes Ligas. Una vez en la boleta, debe recibir, al menos, el 75% de los votos de los electores de la Asociación de Escritores de Béisbol de América, para ser exaltado.
No se exige un mínimo en lo que se refiere a estadísticas acumuladas. Al menos en principio, los votantes analizan las estadísticas acumuladas por el jugador y, normalmente, las comparan con las logradas por jugadores similares, que ya son miembros del Salón de la Fama.
Incuestionablemente, Carlos Beltrán tuvo una gran carrera de 20 años en Grandes Ligas, que arrancó con el premio de Novato del Año de la Liga Americana en 1999 con los Reales de Kansas City e incluyó nueve Juegos de Estrellas.
A lo largo de 20 campañas, conectó 2,725 hits, 435 jonrones, 565 dobles, 1,587 carreras impulsadas, 1,582 anotadas, recibió 1,084 bases por bolas y se robó 312 bases en 361 intentos, para un altísimo porcentaje de robo de 86.4%. Concluyó con un buen promedio de bateo .279, un porcentaje de embalarse de .350 y OPS de .837. Es uno de cuatro (4) jugadores que han rebasado la barrera de los 400 jonrones, las 1,500 remolcadas, los 300 robos y los 2,000 hits. Dos de ellos son miembros del Salón de la Fama: Willie Mays, electo en 1979 con el 94.7% de los votos y Andrew Dawson, electo en 2010 con el 77.9% de los votos. El otro es Barry Bonds, que no fue exaltado por el voto de castigo de los periodistas debido a su alegada vinculación al uso de esteroides.
Es menester resaltar, además, que Carlos Beltrán fue un bateador ambidiestro a tiempo completo. El primer bateador ambidiestro de la historia en registrar al menos 300 jonrones y 300 robos y uno de tan solo ocho jugadores en alcanzar esos dos renglones.
Carlos Beltrán ganó tres guantes de oro y por años fue uno de los mejores defensores del predio central. Lamentablemente, lesiones en sus rodillas pasaron factura a su extraordinaria defensiva. Ganó dos bates de plata y en dos ocasiones (2003 y 2006), terminó entre los primeros 10 para el Más Valioso.
Su carrera de postemporada fue extraordinaria. En siete ocasiones arribó a la postemporada y participó en 15 series de postemporada. Consumió 215 turnos oficiales y conectó 66 hits, para promedio de .307, 16 jonrones, 42 empujadas, porcentaje de embalarse de .412, .609 de “slugging” y 1.021 de OPS. Esos números lo convirtieron en uno de los bateadores más productivos en la historia de la postemporada. Su actuación en la postemporada de 2004 fue legendaria. Tenía 27 años de edad y alcanzaba la cúspide su carrera cuando pasó de Kansas City a Houston en julio del 2004. Esa fue su postemporada consagratoria al conectar ocho jonrones para empatar la marca de Barry Bonds de más jonrones en una postemporada y pegó bambinazos en cinco juegos seguidos. En total, en los 12 juegos de playoffs de Houston, bateó .435 con ocho jonrones, 14 empujadas, seis bases robadas y un promedio de embasarse de .536. Algunos fanáticos tienden a recordar más cuando se quedó con la carabina al hombro ante la curva de Adam Wainwright para poner fin a la NLCS de 2006, pero evocar ese recuerdo por encima de su postemporada de 2014 es extremadamente injusto.
Sus estadísticas son similares y en algunos aspectos superiores a las de Andre Dawson, Ron Santo, Barry Larkin y Harold Baines, quienes tienen sus placas adornando el Salón de la Fama.
¿Cómo el escándalo de los Astros de 2017 afectará las posibilidades de Carlos Beltrán?
A su llegada en el 2017 al campo de entrenamientos primaverales de los Astros para su vigésima y última campaña, los jugadores más jóvenes lo trataban de “usted” en señal de respeto. Irónicamente, el ansiado y logrado anillo de Serie Mundial de 2017, empañó su legado por su rol en el entramado de robo de señales en la postemporada de ese año.
Precisamente, en cada boleta de votación del Salón de la Fama, los escritores de BBWAA que ejercen el sufragio encuentran las siguientes instrucciones: la votación se basará en el récord del jugador, la capacidad de juego, la integridad, la deportividad, el carácter y las contribuciones al (los) equipo(s) en el (los) que jugó. Las tres palabras, «integridad, espíritu deportivo, carácter», se conocen informalmente como la «cláusula de carácter» en las instrucciones de votación que se imparten.
La «cláusula de carácter» dejó fuera del Salón de la Fama a Barry Bonds y Roger Clemens, dos de los mejores peloteros de la historia según los números, debido a las acusaciones que pesaron en su contra por alegado uso de anabólicos. Por esa misma «cláusula de carácter» Pete Rose ni siquiera ha sido considerado.
Pero, al lanzador Gaylord Perry siempre se le imputó el uso de la prohibida bola ensalivada. Tris Speaker y Ty Cobb estuvieron involucrados en múltiples peleas y escándalos. Esas conductas que, a manera de ejemplo, riñen con la «cláusula de carácter” no les fue aplicada y los tres están en el Salón de la Fama. Ello evidencia lo subjetivo que es el concepto de la «cláusula de carácter” y la inconsistencia en su aplicación.
Según la minuciosa investigación de MLB, Beltrán, como jugador, ayudó a diseñar el sistema de robo de señas de los Astros. Fue el único jugador nombrado en el informe del comisionado Rob Manfred. Ello es relevante ahora que Beltrán figura por primera vez como candidato al Salón de la Fama y cada voto cuenta.
La pregunta obligada es: ¿hasta qué punto “la cláusula de carácter” impactará el papel de Beltrán en ese escándalo y su posterior salida como dirigente de los Mets, antes de dirigir? ¿Cómo esa solo mácula en su excelente carrera afectará su candidatura al Salón de la Fama?
De acuerdo con el sistema “JAWS” de Jay Jaffe, que evalúa a los candidatos al Salón de la Fama en función del valor máximo de su carrera y los compara con los jugadores admitidos en la misma posición, Beltrán se clasifica como el noveno candidato más digno entre los jardineros centrales. De los ocho nombres que tiene por delante, solo uno, Mike Trout, no está en Cooperstown porque es un jugador activo.
Obviamente, el escándalo del robo de señas complicará su exaltación. No obstante, Beltrán admitió su culpa y mostró arrepentimiento. Una genuina contrición que debería mitigar parte del daño que infligió a su propia causa.
A su favor también está el hecho de que el escándalo de robo de señas ocurrió en su última temporada como jugador y personalmente no se benefició de ello, ya que apenas bateó para .231; el peor promedio de su carrera, con 14 jonrones. A todas luces, los números de la carrera de Beltrán no se beneficiaron en lo absoluto del robo ilegal de señas. Ciertamente, algunos votantes concluyeron que el uso de esteroides infló los números de la carrera de Mark McGwire a lo largo de varias temporadas. Sin embargo, no hay una manera plausible de concluir una suposición similar en la carrera de Beltrán con respecto al robo de señas de 2017 porque en las estadísticas son casos totalmente distintos.
Otro asunto que opera en favor de las posibilidades de Beltrán es que pocos jugadores en la boleta de votación tienen los números de Salón de la Fama que él sí tiene. Alex Rodríguez estará en la boleta por segundo año, pero acusa el mismo problema de Bonds y Clemens.
Opino que los votantes le pasarán factura a Beltrán en el primer, segundo o tercer año, pero eventualmente, superará ese vía crucis y será exaltado. ¡ENHORABUENA!
Saludos Ángel.. Nos conocimos en el Pub de Roosevelt junto a varios amigos. En estos días en la TV gringa 3 periodistas, que votan en la elección del Salón de la Fama y un pelotero-comentarista se sirvieron con la cuchara grande opinando en contra de nuestro Carlos. Todos fueron muy duros en sus opiniones relacionado con el robo de señales y expresaron su negativa a considerar a Beltrán en la boleta de los aspirantes a ese honor. Difícil el camino para el nuestro. Ojalá que logre pero creo que correrá el mismo camino que Carlos Delgado.
Elio Torresola.