Recordando a Paul Blair

Paul Blair

Era una mañana soleada de julio de 2006.  Me encontraba en el pintoresco pueblo de Cooperstown para la exaltación de Willard Brown al Salón de la Fama del Béisbol.

La calle principal, repletas de tiendas con memorabilia, eran visitadas por los amantes del béisbol buscando esa pieza que les faltara a su colección o simplemente para obtener un recuerdo del momento.

Para atraer más a los fanáticos, algunas de las tiendas contratan peloteros para que vendan sus autógrafos en una mesa que casi siempre ubican en la acera.  La gente podía saludar y hablar con ellos.  Toda una experiencia que fortalece el amor que uno le tiene al béisbol.

Ese día en particular vi a Clete Boyer y Don Larsen en una mesa.  Más abajo, al estelar Willie Mays.  Al cruzar la calle estaban Pete Rose y Don Sutton.  Era un paraíso para cualquier entusiasta del béisbol.

De repente, en una de las mesas me encontré con Paul Blair.  No lo podía creer.  Muy emocionado le di la mano y él me respondió muy simpático.  Le dije que aún lo recordábamos en Puerto Rico y que los muchachos de aquella época lo imitaban en la forma que el regresaba al doguot después del tercer out; se ponía el guante contra el pecho y corría con un aire de realeza. Parecía como como si no tocara la grama.  Bueno, me emocioné tanto que no le compré un autógrafo pero si pude sacarme un retrato que comparto con ustedes (ver arriba).

Blair vino a Puerto Rico en la temporada de 1966-67.  Los Cangrejeros de Santurce comenzaron una relación con los Orioles de Baltimore, enviando al receptor Larry Haney, al guardabosque Dave May y al dirigente de su equipo de Triple A, las Alas Rojas de Rochester, Earl Weaver.  Estos, junto a Rubén Gómez, Terín Pizarro, Dick Hughes, Darell Osteen, Elrod Hendricks, Gilberto Torres Jr., Tany Pérez y Peruchin Cepeda, entre otros, doblegaron a los feroces Leones de Ponce en la Serie Final.  Muchos Cangrejeros se convirtieron en seguidores de los Orioles.

Blair exhibió sus dotes defensivos en el center field.  Se ubicaba detrás de segunda base y con una facilidad espantosa, fildeaba la bola hacia atrás como nadie.  Su intuición y velocidad le permitían hacer eso.  Blair llegó primero en carreras anotadas (46) y cuarto en bateo (.303).

Al comenzar la temporada de 1967, los Orioles le entregaron a Blair la custodia del bosque central.

Regresó a Puerto Rico en el invierno con los crustáceos bateando .304 y repitió en 1968-69 con ofensiva de .300 en un torneo que no terminó pues se fracturó un tobillo.

De por vida, en tres temporadas con Santurce, bateó .302, producto de 210 imparables en 695 turnos, 7 jonrones y 75 carreras impulsadas.

Blair murió de un infarto mientras calentaba para un torneo invitacional de bolos la noche del 26 de diciembre.  Estas son las palabras de su viuda, Gloria Blair, tomadas de la página web Bleacher Report.

«Paul was honestly too tired, but he never says no…During a practice round, he threw two or three balls, then sat down and told a friend, ‘I feel funny’ and kind of collapsed. He lost consciousness and they called 911 and the ambulance took him to [Sinai Hospital], but the doctors there told me they never got a pulse. I was told he died around 6:45 p.m.«

Otros enlaces con información sobre Paul Blair:

http://www.baseball-reference.com/players/b/blairpa01.shtml

http://sabr.org/bioproj/person/f7f74810

http://www.nydailynews.com/sports/baseball/yankees/yankee-blair-dies-age-69-article-1.1559195

 

 

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