Historia de la loma de lanzar

El baloncesto, el voleibol, el tenis, el fútbol… se juegan sobre superficies planas. En sus inicios, el béisbol también se jugaba sobre una superficie plana; no existía la loma de lanzar.

En la primera etapa del béisbol, el área de lanzar era plana y estaba a 45 pies del plato. Se tiraba solamente por debajo del brazo y el lanzador fundamentalmente se limitaba a pasar la bola. Eventualmente, los lanzadores fueron creando técnicas para aumentar la efectividad y velocidad en sus envíos con el fin de dominar a los bateadores. Una de ellas era que corrían antes de efectuar el envío para imprimirle más velocidad a sus “picheos”. De esa manera, los lanzadores se convirtieron en un ente protagónico del juego y comenzaron a dominar a los bateadores.

Para 1864, se redujo el espacio del área de lanzar a un área de tres pies de ancho por 12 pies de largo (“pitching box’’), con el propósito limitar la libertad de movimiento de los lanzadores y evitar que corrieran antes de efectuar sus envíos. Además, comenzó a requerírsele a los serpentineros que tenían que tener los dos pies sobre el área de lanzar al momento de efectuar el envío. Esos cambios devolvieron la ventaja a la ofensiva.

Para 1884, se les permitió a los lanzadores tirar por encima del brazo, pero el área de lanzar se retiró a 50 pies del plato. Aun así, los lanzadores con sus envíos rápidos por encima del brazo dominaron a los bateadores.

Posteriormente, buscando nuevamente un balance entre la ofensiva y el “picheo”, se retiró el área de lanzar a 55 pies, seis pulgadas (55’ 6”) del plato, pero continuó el dominio de los lanzadores.

Para 1893, se retiró el área de lanzar a 60 pies, seis pulgadas (60’ 6’’) del plato que es la distancia actual y se sustituyó el área de lanzar (“pitching box’’) por una goma de lanzar. Estos dos cambios fueron trascendentales en la aparición de las lomas de lanzar. Ello fue así porque los lanzadores procurando compensar la nueva distancia entre el área de lanzar y el plato, comenzaron a crear montículos. De ahí que, en el 1893, el terreno de juego del béisbol dejó de ser plano dando paso a las lomas de lanzar.

Entre 1893 y 1903, las reglas guardaron silencio sobre la altura de la loma de lanzar. Por no estar regulada la altura, durante esos 10 años se produjo una “guerra” entre los equipos locales y visitantes. Los locales creaban montículos altos y los visitantes los recortaban.

De hecho, el creativo dueño de los Indios de Cleveland, Bill Veeck, contaba con un experto, Emil Bossard, a la hora de edificar el montículo. Tal era su expertise que le llamaban el Michelangelo de la loma de lanzar. Las construía a la medida, es decir, a la altura preferida por el lanzador de turno de los Indios.

Por fin, en 1904, se dispuso en las reglas que la altura máxima de la loma sería de 15 pulgadas. Podía tener una altura menor, pero nunca mayor a las 15 pulgadas.

En el 1950, y con el propósito de que los montículos tuviesen una altura uniforme, se enmendó la regla para hacer mandatorio que todas las lomas de lanzar tuviesen una misma altura; 15 pulgadas.

En el 1963, se amplió la zona del strike lo que constituyó una ventaja para los lanzadores.

Así las cosas, llegó el año 1968, también conocido como “El Año de los Lanzadores”. Un año antes de que el hombre caminara por la luna (1969), se produjo el viaje de las estrellas por los diamantes de béisbol. Durante esa temporada, el promedio de carreras por juego entre ambos equipos fue de 3.42 y en el 21% de los juegos uno de los dos equipos perdió vía blanqueada. 

Bob Gibson terminó con 22-9. En sus nueve derrotas, San Luis solo anotó 12 carreras y fueron blanqueados tres veces, incluyendo uno de los cinco “no-hitters” que se propinaron en esa campaña. Pero, más del 50% de las victorias de Gibson se produjeron vía blanqueadas (13), su efectividad fue de 1.12 en 304.2 entradas lanzadas con 28 juegos completos.

Dennis McLain se convirtió en el último lanzador en ganar 30 juegos en las mayores. Previo al 1968, el último en ganar 30 juegos fue Dizzy Dean con los Cardenales de 1934. McLain terminó con marca de 31-6, promedio de efectividad de 1.96 ERA en 336 entradas lanzadas y 28 juegos completos.

Luis Tiant terminó con 21-9, nueve blanqueadas y fue líder en efectividad en la Americana con 1.60 en 258.1 entradas lanzadas.

Carl Yastrzemski se proclamó campeón bate con el promedio más bajo para un titular de bateo, .301, gracias a que terminó la temporada metiendo palo. Fue el único bateador de .300 en la Americana.

En respuesta al dominio de los lanzadores al año siguiente, se bajó la altura de la loma de lanzar a 10 pulgadas. Esa es la altura que perdura oficialmente. En los parques de Grandes Ligas se fiscaliza vigorosamente las alturas de las lomas de lanzar.

Hasta aquí este interesante viaje sobre el origen y evolución de la “Loma de los Suspiros”.

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