El hit 3000 de Roberto Clemente desde la perspectiva de un niño

Los niños en la foto: José Pomales (con la placa), Víctor Andrés Rodríguez con el bate, a su lado su hermano, Andrés Rodríguez y detrás Felipe Rivera. Detrás, persona sin identificar, Andrés Rodríguez, padre, Roberto Clemente, Felipe ¨Pipe¨ Rivera, persona sin identificar y Cristóbal ¨Caguitas¨Colón.

Los días anteriores al hit número 3000 de Roberto Clemente generaron una gran expectación y ansiedad en Puerto Rico. Muchas personas estaban planeando viajar a Pittsburgh a través de excursiones, otros por cuenta propia y los medios de comunicación más importantes de la isla prometieron ofrecer todos los detalles directamente desde el Estadio Tres Ríos.

Un grupo de cuatro niños, incluyendo a Andrés Rodríguez (AR), quien tenía 10 años en ese entonces, se preparaban para hacer el viaje y participar en una ceremonia especial antes del partido del 30 de septiembre.

JCD: «¿De dónde surge la idea de ir a Pittsburgh?»

AR: «La concepción de esta idea proviene de la Asociación Recreativa de Summit Hills-Altamira, comúnmente conocida como ARSHA y la Puerto Rico Telephone Company. Mi padre, Andrés Rodríguez Alvarado, junto con otros miembros de la junta directiva de la ARSHA y con la colaboración y coordinación de Ramiro Martínez, tuvo la iniciativa de llevar a un grupo de jóvenes que participaban en las ligas infantiles. Como no podían ir todos los niños de ARSHA, nosotros tuvimos esa bendición y la oportunidad de ir allá, para representar a la niñez y la juventud de Puerto Rico y estar juntos con Roberto en ese momento histórico del hit 3000».

JCD: «¿Cuántos pequeños estuvieron presentes?»

AR: «Nuestro grupo estaba compuesto por José Pomales, Felipe Rivera, mi hermano menor, Víctor Andrés Rodríguez y yo».

JCD: «¿Quiénes los acompañaron?»

AR: «Nos acompañaron don Felipe «Pipe» Rivera, quien fue el fundador de la Liga Periquito en 1970, una liga reconocida por enseñar a los jóvenes a jugar con bate y bola plástica. Igualmente, estuvo presente don Severino Rivera, abuelo de José Pomales, y mi padre, Andrés Rodríguez Alvarado. Más tarde, se nos unieron Ramiro Martínez, Cristóbal «Caguitas» Colón y varios otros individuos de Puerto Rico. Además, compartimos con Luis Rodríguez Mayoral».

JCD: «¿Cuándo llegaron a Pittsburgh?»

AR: «Nosotros llegamos el viernes 29 de septiembre y nos fuimos a ver el juego.  Tom Seaver lanzó por los Mets mientras Nelson Briles hizo lo propio por los Piratas. Hay una nota que yo me acuerdo porque ese viernes, en su último turno, Roberto conectó una línea al bosque derecho, pero Rusty Staub se tiró de pecho e hizo tremenda atrapada. Ese iba a ser el hit tres mil de Roberto y no se hubiera dado este evento tan grande que se dio el sábado cuando se transmitió el partido».

El marcador se mantuvo sin anotaciones hasta la primera mitad de la novena entrada, momento en el cual Tommie Agee conectó un imparable que permitió a Wayne Garrett anotar la única carrera del partido, asegurando la victoria para los Mets con un marcador de 1-0. Tom Seaver lanzó las nueve entradas, logrando trece ponches, mientras que Briles igualmente completó el juego.

JCD: «¿Ese viernes 29, ustedes bajaron al terreno?»

AR: « No bajamos al terreno. Permanecimos en las gradas debido a que la ceremonia estaba programada para el sábado, como se había acordado con el equipo de los Piratas. Ramiro se encargó de la organización de todo, y antes del juego de sábado, planeábamos participar en una ceremonia especial en la que compartiríamos con Roberto. Además, íbamos a entregarle varios obsequios que habíamos traído como parte de un regalo en representación de la niñez y la juventud de Puerto Rico».

JCD: «Vamos al histórico día.  Cuéntanos cómo fue todo».

AR: «Llegamos al parque, entramos por el camerino de los Piratas y tan pronto salimos al terreno, te podrás imaginar.  Eso fue algo impresionante. Nosotros ver esa estructura gigantesca a vuelta redonda que prácticamente arriba lo que le quedaba era una circunferencia pequeña. Y ahí estuvimos nosotros unos minutos disfrutando de ese terreno y saludando a los peloteros que iban saliendo del dugout para ir a sus calentamientos y soltar el brazo, a correr, a estirar hasta que en ese momento, pues posteriormente llegó la ceremonia».

JCD: «¿Y cuándo vieron a Roberto?».

AR: «Ya listo para comenzar la ceremonia, Roberto salió del dugout y nos sorprendió a todos y empezó a saludarnos. Nos dio la mano y un abrazo a cada uno. Estuvo compartiendo con nosotros un rato largo hasta que empezó la ceremonia. Estuvimos bastante rato con él y con otros peloteros que se nos acercaron también. Y ahí, en la ceremonia, se le entregó un bate de plástico firmado por niños de Puerto Rico.  Mi hermano pequeño, Víctor Andrés Rodríguez, se le acercó a Roberto y le dio un mensaje al oído. Y ese momento quedó plasmado en la famosa foto que se utilizó para las hojas que se repartieron promocionando las clínicas que posteriormente Roberto dio en Puerto Rico. Y nunca se me olvida que una de las cosas que Ramiro Martínez siempre me comentaba de esa foto era la sonrisa de Roberto. Ramiro siempre decía que Roberto era una persona que no se reía mucho y eran bien pocas las veces que él expresaba esa sonrisa natural como de emoción.  Que Roberto estaba contento y Ramiro decía que era un momento muy especial para él. Que se notaba que estaba bien contento de estar ahí compartiendo con los niños».

Roberto Clemente escucha con mucha atención el mensaje de Víctor Andrés Rodríguez de parte de los niños y la juventud de Puerto Rico.

JCD: «¿Qué más recuerdas de ese día?».

AR: «Después de la ceremonia nosotros nos quedamos unos minutos en el terreno y cuando miro así que estoy sentado en el dugout veo esa mascota gigante y me llamó la atención. Yo me paré, fui a buscar la mascota y me la puse en la mano. Era una cosa supergigante y tenía una bola dentro. Y cuando de momento, viene este jugador, gigantesco y fuertísimo.  Era nada menos que Willie Stargell. Me saludó y yo seguí jugando con la bola y el guante. Estuvo compartiendo con nosotros un montón de minutos y relajando.  Fue bien, bien amable, bien simpático. Él me regaló la bola y la firmó.  Ahí se acercó, Al Oliver. Richard Zisk, Jackie Hernández y Roberto; y todos firmaron la bola». 

JCD: «Háblame del juego».

AR: «Posteriormente, nos sentaron en el área de palcos. Yo te diría que era como tirando entre el home y el dugout de los Piratas como la fila número diez.  Jon Matlack lanzaba por los Mets y Dock Ellis por los Piratas.  Recuerdo que en su primer turno, Roberto se ponchó.  Cuando vino a batear ese segundo turno ya desde que estaba parado en el círculo de espera, la gente aplaudía de pie esperando ese momento. Y cuando se paró a batear, me acuerdo de que el primer lanzamiento se lo cantaron strike y al siguiente picheo, Roberto conectó esa línea sólida entre left y center. Fue algo increíble como la gente reaccionó. Me acuerdo como si fuera ahora mismo. Y yo seguí todo. Yo vi, seguí el batazo, el trayecto de la bola, la algarabía, cuando la bola la tiraron al cuadro y se la entregaron a Roberto. Y entonces ahí está Roberto, parado en segunda base cuando sale la histórica foto».

JCD: «¿Cuál fue la reacción de ustedes?».

AR: «Para nosotros fue una celebración inmensa.  Imagínate, nosotros éramos niños, y lo disfrutamos y celebramos como cualquier fanático».

Roberto Clemente batea su hit 3000. Primer latino en lograrlo.

Cabe mencionar que el batazo tiene un vínculo fuerte con la Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico.  El lanzador Jon Matlack, jugó con los Senadores de San Juan.  El que fildeó la bola fue John Milner, que lo habían anunciado para jugar con Mayagüez pero no vino.  Este le tira la bola al siore, Jim Fregosi, que había guiado a Ponce al campeonato.  Fregosi se la da al árbitro Doug Harvey, quien trabajó en la liga.  Este le entrega la bota a Roberto, que a su vez se la da al coach de primer base de los Piratas, Don Leppert, quien jugó con Ponce y conectó el primer jonrón en el Estadio Hiram Bithorn.

JCD: «¿Luego, qué pasó?».

AR: «Roberto salió del juego».

JCD: «¿Después del juego lograron ver a Clemente?»

AR: «No lo vimos después del juego.  Al siguiente día, nos quedamos en la ciudad para conocerla y el lunes regresamos a Puerto Rico».

JCD: «¿Esto tiene que ser uno de los momentos más grande de tu vida?» 

AR: «Este es uno de los momentos más grandes que yo he tenido la oportunidad de vivir en el deporte, especialmente en el béisbol, que es mi pasión, ya que jugué desde pequeño hasta los veinte años. Pero ese es un momento histórico glorioso que tiene un gran significado para mí, para Puerto Rico, y para el béisbol latino a nivel. Que cada día que pasa, ese momento coge más valor y cada día que pasa, pues vemos esa gesta de Clemente no solamente en el terreno de juego, sino en su parte humanitaria. En la que le entregó todo por Nicaragua. Y aparte de Nicaragua, él también hacía ya su obra en otros aspectos, pero esa parte de Nicaragua fue lo que lo llevó al estrellato grande. Que hoy día es grande, porque le celebran un día en las Grandes Ligas, habiendo tanto pelotero latino que ha pasado por grandes ligas y mira como a Roberto le tienen anualmente su día donde dan la oportunidad de recordarlo en el ámbito de todo Estados Unidos y en el mundo entero. Y aunque no se haya retirado el número veintiuno, verdad, eso sería el otro objetivo por lograr. Pero, yo creo que para todos los amantes del béisbol es como si ya ese número estuviera retirado. Porque aparte de su labor en el terreno de juego, su gesta humanitaria fue grande y eso jamás se va a perder».

Roberto Clemente fue más que un jugador de béisbol.  Él es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se trabaja duro y se tiene un corazón lleno de amor por los demás. No solo recordamos el hit 3000, sino también el legado de un gran hombre que sigue inspirando a tantos.

Fotos cortesía de Andrés Rodríguez.

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