Hace 65 años llegó a Puerto Rico el gran Willie Mays

Pedrín Zorrilla le da la bienvenida a Willie Mays a su arribo a Puerto Rico.

La campaña de 1952-53 finalizó con los Cangrejeros de Santurce conquistando su segundo gallardete.  Dirigidos por el legendario James “Buster” Clarkson, derrotaron a los Senadores de San Juan en una emocionante Serie Final, 4-2.  Posteriormente viajaron a La Habana, Cuba, y ganaron invictos la Serie del Caribe, culminando un año inolvidable.

En el siguiente torneo, sucedió lo imprevisto.  La novena tuvo una decepcionante actuación arribando en último lugar, convirtiéndose en el segundo equipo en llegar en esa posición luego de ganar un campeonato.  Fue entonces cuando el dueño de la franquicia, Pedrín Zorrilla, decidió reorganizar la novena para reconquistar el campeonato, costara lo que costara.

Para fines de junio de 1954, Pedrín viajó a Nueva York para reunirse con la plana mayor de los Gigantes de Nueva York, con quienes mantenía, a nivel profesional y personal, una excelente relación.  La reunión, celebrada el 1 de julio en las oficinas de los Gigantes, ubicada en el Estadio Polo Grounds, tuvo resultados de inmediato.  Primeramente, Pedrín contrató como dirigente a uno de los coaches de los Gigantes, Herman Franks.  Éste tenía experiencia en el béisbol caribeño, pues había dirigido en el 1953 a los Navegantes de Magallanes en la Liga Venezolana.  Trabajar en Puerto Rico lo ayudaría en su desarrollo para dirigir posteriormente en las Grandes Ligas.

Resuelto el problema de la dirección del equipo, Pedrín se enfocó en convencer a la organización de los Gigantes que le diera permiso a Willie Mays para jugar en Puerto Rico.  Pedrín sabía que un equipo que contara en los bosques con Mays, Bob Thurman y el novel Roberto Clemente, causaría sensación.

La contratación de Mays no iba ser fácil, primeramente, porque era una estrella establecida en las Grandes Ligas y además, los Navegantes de Magallanes, quienes también tenían un acuerdo de trabajo con los Gigantes, lo interesaban.  Ambas novenas se enfrascaron en una lucha silenciosa para ver quién finalmente se llevaba el botín.

A Pedrín le favorecía el hecho de ser escucha de los Gigantes, tener estrecha amistad con el dueño del equipo, Horace Stoneham, y con el propio Mays, a quien conocía desde que estaba en las Ligas Menores.  Aparte de su carácter afable, Pedrín sabía cómo persuadir para lograr sus propósitos.  Utilizando toda su astucia, finalmente se salió con la suya, firmando a Mays por $1,000 mensuales, más hospedaje y transportación aérea.

La contratación de Mays no fue del agrado de algunos periodistas americanos.  Uno de ellos, Jimmy Powers, del periódico New York Daily News, escribió, “… es un peligro que Mays vaya a jugar a la tierra del “daiquirí”, las palmas de coco, la rumba y las lindas señoritas; y además se puede lesionar por su estilo fogoso de juego”.[1]  Herman Franks reaccionó diciendo:  “Willie Mays, como el gran número de peloteros americanos que vienen y han venido a jugar a Puerto Rico, estará a salvo de todo riesgo en cuanto a los supuestos peligros que tendría aquí.  Es cierto que como en cualquier lugar estaría a merced de alguna lesión lo cual nadie le desearía, pero en esa gira de exhibición quizás tendría más probabilidades de lastimarse que el béisbol organizado de Puerto Rico.  No veo porqué pintar las cosas tan horribles al decir que viene a la tierra del daiquirí y señoritas bonitas…  Willie Mays es un sujeto disciplinado y sobre todo no es, no piensa y no actúa como chiquillo.  Él sabe cómo debe conducirse para alargar y aprovechar su vida de atleta profesional”.[2]  Las declaraciones de Franks disiparon cualquier duda sobre la participación de Mays en Puerto Rico y el tiempo le dio la razón. 

Un cronista le preguntó a Pedrín qué tan bueno era Mays, y éste respondió: “Te diré que he visto béisbol de Grandes Ligas desde que tenía 12 años, eso fue el 19 de septiembre de 1919, precisamente un encuentro entre Filis y Gigantes en el “Polo Grounds”.  De allá para acá he visto grandes jardineros:  Babe Ruth, Bob Meusel, Mel Ott, Joe DiMaggio, entre otros, pero este Mays es una cosa seria.  Tiene unas piernas privilegiadas, un magnetismo personal que contagia.  Ya lo verán, porque aquí viene a jugar béisbol caliente y él lleva eso en la sangre.”[3]

El estelar guardabosque pisó tierra borinqueña el sábado, 16 de octubre de 1954, a las 6:45 de la mañana.  Lo acompañaron Frank Forbes, scout de los Gigantes de Nueva York, y el periodista de la revista Colliers, Tom Meany.  Pedrín y Herman Franks fueron a buscarlo al aeropuerto y lo llevaron a su nueva morada, una vivienda de tres cuartos en los Apartamentos Carmen, localizados frente al Hotel Caribe Hilton y a pasos del Estadio Sixto Escobar, hogar de los Cangrejeros de Santurce (ambas edificaciones aún existen). Allí también se hospedarían George Crowe y Bill Greason.  Ese mismo día, firmó contrato con Santurce, y Puerto Rico, gracias a Pedrín Zorrilla, tendría la oportunidad de ver a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.


[1] El Mundo, 6 de octubre de 1954.

[2] El Imparcial, 12 de octubre de 1954.

[3] El Imparcial, 12 de octubre de 1954.

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