La bola ensalivada

Burleigh Grimes ensalivando sus dedos, previo a un envío.

Durante la llamada “Era de la Bola Muerta” (“Dead Ball”), que duró 20 años (1900 a 1919), cobró protagonismo el uso de la bola ensalivada. Una gran cantidad de lanzadores le impregnaban saliva a la bola lo que reducía la fricción entre los dedos y la pelota y en su trayectoria generaba resistencia al viento, lo que provocaba su movimiento impredecible. Es una recta con movimientos parecidos al de la bola de nudillo que tiende a caerse cuando se aproxima al “home”. Por ello, los bateadores generaban más rodados que elevados, se conectaban menos jonrones y se anotaban pocas carreras.

Se desconoce con exactitud sus orígenes, pero se le acredita al lanzador Elmer Stricklett, su desarrollo y evolución. Los datos históricos ubican su prominencia a partir del 1902.

En la“Era de la Bola Muerta”, donde los fanáticos iban vestidos como si fueran a un teatro, se caracterizó porque se anotaban pocas carreras (en 1908 se anotaron 3.4 por partido, la suma más baja en la historia de las grandes ligas).

El béisbol giraba en torno al “picheo” y al llamado juego pequeño. Se utilizaba mucho el robo de base, el “hit and run” y el toque de bola. Dicho sea de paso, en el último año de la bola muerta (1919), Eddie Collins (Medias Blancas de Chicago), tocó la bola en 40 ocasiones. Collins, ostenta la marca de toques de bola de todos los tiempos con 512.

Mientras, en el repertorio de los lanzadores sobresalía la bola ensalivada. Su efectividad se magnificaba porque los lanzadores mascaban tabaco para incrementar el salivar y al impregnar la saliva de color marrón, la pelota se tornaba más oscura. Como si ello fuera poco, se solía jugar el desafío con una sola pelota. El 4 de agosto de 1908, los Superbas de Brooklyn y los Cardenales de San Luis jugaron las nueve entradas con una sola bola y un solo árbitro, Bill Klem.

Para contrarrestar, los bateadores también desarrollaban sus estrategias. Comparto una anécdota cargada de genialidad y humor que involucró al lanzador de los Piratas, Marty O’Toole (1911-1914) y a Fred Luderus (1909-1920), primera base de los Filis.  O’Toole aplicaba mucha saliva a la bola y Luderus defendía el primer cojín llevando en su bolsillo un ungüento llamado “mentholatum” que contenía alcanfor. La ingesta oral del alcanfor causa irritación y abrasiones en la piel. Cuando la bola llegaba a manos de Luderus en primera base, éste la embarraba en “mentholatum” y cuando O’Toole tocaba la bola con sus dedos y luego se los llevaba a la boca para ensalivarlos, se abrazaba la lengua. Dicen que, para la tercera entrada, O’Toole no tenía lengua. Como ven, las estrategias en el béisbol no cesan.

La temporada de 1920, marcó el fin de la “Era de la Bola Muerta”. A su vez, la temporada de 1920, le dio una estocada a la bola ensalivada. El 9 de febrero de 1920, previo al comienzo de la temporada, se prohibió parcialmente el uso de la bola ensalivada. El movimiento fue encabezado por Charles Griffith, dueño de los Senadores de Washington, Bill Veeck, dueño de los Cubs de Chicago, Barney Dreyfus, dueño de los Piratas de Pittsburgh y el legendario Connie Mack de los Atléticos de Filadelfia. Había razones de peso para prohibir el uso de la bola ensalivada: no era saludable y era peligrosa para los bateadores por su movimiento errático. Pero hubo otra razón de peso, el béisbol procuraba ser más dinámico, más atractivo y para ello, el año anterior (1919), Babe Ruth electrificó a los fanáticos con sus 29 jonrones. 

La prohibición del 9 de febrero de 1920, fue parcial porque los lanzadores que dependían de la bola ensalivada clamaron por una eliminación gradual. Respondiendo a ello, la Liga Americana limitó su uso a dos lanzadores por equipo. La Nacional fue más liberal, permitió su uso durante la temporada de 1920, pero adelantó que la eliminaría para la temporada de 1921.

Stan Covelesk1

Stan Coveleski, estelar lanzador de Cleveland, señaló que, si le prohibían lanzar la bola ensalivada, le arruinarían su carrera. Fue uno de los dos lanzadores escogido por Cleveland para que continuara lanzando la ensalivada. Cleveland ganó el “pennant” de la Liga Americana y la Serie Mundial de 1920, pautada a nueve juegos. Recurriendo a la bola ensalivada, Coveleski ganó tres juegos, lanzó 27 entradas y permitió solamente dos carreras. En su carrera ganó 215 y le adjudicó gran parte de su éxito a la bola ensalivada.

Carl Mays

Pero antes de que Cleveland ganara el banderín de la Liga Americana, se produjo un trágico evento que le asestó el golpe de gracia a la bola ensalivada. El 16 de agosto de 1920, Cleveland llegó a Nueva York para enfrentar a los Yankees en una serie de tres juegos. Cleveland ocupaba la primera posición; medio juego de ventaja sobre los Yankees. El juego del lunes 16 de agosto se celebró en el Polo Grounds de Nueva York. Era una tarde de lluvias, neblinas y oscura. Buscando la primera posición, los Yankees enviaron a la loma a su estelar lanzador Carl Mays, quien además buscaba la victoria número 100 de su carrera. Mays poseía una recta poderosa y ejecutabas sus envíos por debajo del brazo (submarino). Su recta ensalivada era dominante. En la parte alta de la 5ta entrada le pegó un pelotazo en la cabeza al valioso campocorto de Cleveland, Ray Chapman, que le provocó fracturas craneales. Chapman fue trasladado al “St. Lawrence Hospital”, donde fue intervenido quirúrgicamente. Doce horas después del pelotazo falleció. Dicho sea de paso, le tomó a las Grandes Ligas, 30 años (1950) para imponer el uso mandatorio del casco protector a los bateadores.

Ray Chapman

Se atribuyó que Ray Chapman fue impactado con una bola ensalivada, aunque existe controversia sobre si era o no un lanzamiento ensalivado. Pero ese evento fue el “jaque” para la bola ensalivada.  Concluida la temporada de 1920, se prohibió el uso de la ensalivada, excepto para un reducido grupo de 17 lanzadores denominados los “grandfathered”. Esos 17 lanzadores dependían de la bola ensalivada, como Fernando Valenzuela dependía del “screwball”. Fuera de esos 17, ningún otro lanzador podía lanzar la ensalivada. A medida que se iban retirando, se reducía el grupo. Los 17 lanzadores se repartieron en ocho en la Nacional y nueve en la Americana.

Ciertamente la ensalivada era muy efectiva. Los únicos dos lanzadores que han obtenido 40 o más victorias en una temporada en la Liga Americana fueron especialistas en la bola ensalivada; Jack Chesbro de los Highlanders de New York con 41 en el 1904 y Ed Walsh de Chicago White Sox con 40 en el 1908.

Para 1933 quedaban tres; Jack Quinn y Red Faber, que se retiraron ese año, y el abuelo del grupo, Burleigh Grimes, que fue el último en retirarse y lo hizo en el 1934. Los tres ganaron Series Mundiales. 

El 20 de septiembre de 1934, Burleigh Grimes ejecutó el último envío legal de la ensalivada en la Gran Carpa. En la baja de la octava entrada, Joe Stripp, tercera base de los Dodgers de Brooklyn, se ponchó con una ensalivada para el tercer “out”.

Burleigh Grimes terminó con 270 victorias y el 87% de ellas (236) se produjeron lanzando legalmente la ensalivada que le era prohibida a los lanzadores de su época. Su temporada consagratoria se produjo con los Piratas en el 1928 cuando lideró con la ensalivada la Nacional en Juegos Completos (28), Victorias (25), Entradas Lanzadas (330 2/3) y blanqueadas (4).  Fue exaltado al Salón de la Fama por el Comité de Veteranos en 1964.

Entre los lanzadores iniciadores que se encuentran en el Salón de la Fama y que utilizaron legalmente la bola ensalivada están: Jack Chesbro, Ed Walsh, Stan Coveleski, Red Faber y Burleigh Grimes.

A pesar de su prohibición varios lanzadores han recurrido astutamente a su efectividad. Se mencionan, entre otros, a los miembros del Salón de la Fama, Gaylord Perry y Whitey Ford.

En la pelota profesional cubana hubo un lanzador que era un maestro de la bola ensalivada, el derecho Raúl “Salivita” Sánchez; de ahí le vino su apodo. Lanzó para el Marianao en la temporada de 1950-51 y concluyó lanzando para el Cienfuegos.

Stan Musial, uno de los grandes bateadores de todos los tiempos dijo: “Cuando un pitcher tire una bola ensalivada, no te quejes, sólo pégale por el lado que esté seca. Eso hago yo”.

La saliva, el béisbol y la temporada de 2020

Culmino señalando que escupir es uno de los eventos más comunes del béisbol. Casi raya en un derecho fundamental del pelotero. Tan es así que entre las sustancias líquidas que observamos en un juego de beisbol, la saliva es solamente superada por la cerveza. Se anticipa que la temporada de 2020 será la más salubre de la historia; no habrá cervezas en las gradas y expulsar saliva por todas partes pasó de ser un acto desagradable a uno altamente peligroso. Por ello, el protocolo de salud que rige la temporada prohíbe tajantemente a los jugadores y al personal de los equipos escupir en un parque de pelota.  El Covid-19 que utiliza la saliva como principal vehículo de contagio, alteró la tradición de más de un siglo del deporte del bate, el guante y la pelota.

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