Pepe Lucas y El Tigre Cabrera: héroes del primer campeonato de Santurce

Transcurría el mes de febrero de 1951. El conflicto bélico en Corea estaba en todo su furor. Los soldados boricuas se abrían paso valientemente a punta de bayoneta por las colinas coreanas. El béisbol constituía una de las pocas diversiones que tenían los puertorriqueños y ayudaba a mitigar un poco la preocupación, principalmente de los que tenían familiares en el frente de guerra.


La Serie Regular de la temporada 1950-51 recién finalizaba con el poderoso equipo de Caguas, arribando en la primera posición con ventaja de diez juegos y medio sobre su más cercano rival, los Cangrejeros de Santurce. Esa diferencia holgada fue producto de 57 victorias y solamente 20 derrotas, estableciendo de paso, una marca de victorias para un calendario de 80 juegos.


Los Criollos venían de ganar el campeonato en la temporada anterior, y nuevamente fueron dirigidos por el también jugador Luis Rodríguez Olmo (CF). Además contaban con George Crowe (1B), Jim Rivera (RF), Víctor Pellot (3B), Juan «Tetelo» Vargas (LF), Gene Markland (2B), Stan Breard (SS) y Luis St. Claire (C). Su cuerpo de lanzadores lo encabezaban Mike Clark, Manuel «Manolete» Cáceres, Royce Lint y Roberto Vargas. Por su parte, Santurce, nunca había ganado un campeonato. Esta vez, bajo el mando de George Scales, contaban en sus filas con Willard Brown (CF), Bob Thurman (RF-P), Buster Clarkson (SS), Jim Gilliam (2B), Pedro Juan Arroyo (3B), José «Pepe» Lucas St. Claire (1B), Juan Sánchez (LF), Alfonso Gerard (RF), Manuel Traboux (C) y los lanzadores Rubén Gómez, Bill Powell, Domingo Sevilla, Rafael Ortiz y Luis Rafael «El Tigre» Cabrera.


En la Serie Semifinal, Caguas eliminó a San Juan en cuatro partidos y Santurce hizo lo propio con Ponce en cinco. La serie particular entre ambas novenas finalistas durante la serie regular favoreció a los Criollos 9 a 7. Caguas era el favorito para ganar la Serie Final.


Caguas picó adelante, 5 a 4, lanzando Mike Clark y preservando la victoria Roberto Vargas mientras Bill Powell cargó con la derrota. En el segundo desafío, Santurce vapuleó a los Criollos con marcador de 15 a 8, ganando Rubén Gómez y perdiendo Manuel Cáceres. En el siguiente enfrentamiento, «El Tigre» Cabrera relevó a Domingo Sevilla y lanzó magistralmente durante cinco entradas para que los crustáceos ganaran, 12 a 5. La cuarta confrontación fue una joya monticular del cagueño Roberto Vargas quién cubrió toda la distancia guiando a su equipo a una victoria de 6 a 4. Nuevamente Powell fue derrotado. En el quinto juego, el máximo jonronero de nuestro béisbol, Bob Thurman, venció en duelo de lanzadores al estelar Mike Clark, y Santurce se adjudicó el quinto encuentro con marcador de 2 a 1 para poner la serie a su favor tres a dos. Para el sexto choque el dirigente Scales, olfateando la victoria y buscando el remate final, envió a su as Rubén Gómez mientras que Rodríguez Olmo, esperanzado en extenderla a un séptimo desafío, designó a Armando «Bin» Torres. En un tremendo duelo de lanzadores que duró las nueve entradas, «Bin» silenció a la alineación Cangrejera logrando la victoria 4 a 1. Curiosamente, el último «out» de ese partido fue José «Pepe» Lucas St. Claire quién se ponchó. Ironías de la vida. El próximo encuentro sería distinto para el quisqueyano.


El sábado 17 de febrero, se escenificó el séptimo y decisivo desafío de la Serie Final. Un total de 16,713 fanáticos abarrotaron el Parque Sixto Escobar estableciendo una nueva marca de asistencia entre ellos Robert Denton, quien contaba con once años. «Mi papá me dejó en el parque con un dólar y algo más, suficiente para comprar la taquilla y comerme un sándwich de lechón con lechuga, tomate y mucho kétchup. Me fui para los «bleachers» del jardín izquierdo que cobraban una peseta. Yo me senté entre «left-center». No cabía un alma más cuando yo llegué. Había un entusiasmo tremendo.»


Ambos dirigentes tenían interrogantes sobre quien iba a lanzar por sus respectivas novenas. Olmo tenía para escoger entre Mike Clark y Roberto Vargas y se decidió por este último. Mientras Scales, tenía que seleccionar entre Bill Powell y El Tigre Cabrera. Este último pidió una oportunidad. Jesús «Cucú» Cabrera, hermano inseparable de Luis, recuerda ese momento. «Yo estaba en el «dugout» cuando mi hermano le dijo a Pedrín: Papá, dame la bola. Entonces George Scales se encerró en un cuarto con Pedrín y cuando salieron le dieron por el hombro a Luis y le dijeron: «Toma la bola». La alegría que reflejo Luis todavía la recuerdo. Ya no era El Tigre Cabrera de antaño pero le quedaba mucho corazón.»
Así era. El Tigre Cabrera estaba en el atardecer de su gloriosa carrera. Icono de la franquicia, fue el primero en lanzar por Santurce cuando debutaron en la Liga en la temporada 1939-40 y el primer serpentinero en alcanzar las cien victorias en la Liga. Su repertorio consistía, en esta etapa de su vida, de cría, experiencia y una bola submarina endemoniada que a veces ocasionaba que sus dedos rozaran el terreno. Su contrincante, el estelar Roberto Vargas, tuvo marca de diez ganados, uno derrota y efectividad de 2.56. en la Serie Regular y lo mismo iniciaba que relevaba. Parecía que las estrellas favorecían a la tropa de Olmo.


La acción comenzó a las 2:45 p.m. Las dos primeras entradas se fueron en cero. En la parte alta de la tercera entrada, Gene Markland conectó jonrón solitario para poner al frente a los Criollos. La desesperanza se apoderó de la grey cangrejera, creían que Cabrerita no traía nada en la bola. Santurce vino a consumir su turno ofensivo reaccionando de inmediato. Jim Gilliam cogió la base por bolas, Pedro Juan Arroyo se sacrificó, Juan Sánchez conectó una roleta lenta, el campocorto Stan Breard tiró a tercera para sacar a Gilliam pero fue quieto embasándose por selección Sánchez. Buster Clarkson conectó roletazo por tercera, buena para una doble matanza, pero la bola no llegó a tiempo a la primera base, anotando Gilliam para empatar el juego. En la cuarta y quinta entrada no hubo anotaciones. En la sexta, Buster Clarkson conectó jonrón por el bosque izquierdo para darle ventaja a los crustáceos por primera vez en el desafío. El Tigre Cabrera estaba lanzando el partido de su vida. Vargas no se quedaba atrás. Era un duelo a muerte.

La séptima cerró en cero para ambas novenas pero en la parte alta de la octava entrada, el dirigente Olmo trajo de emergente a Pedro Alomar por el lanzador Vargas. Alomar respondió con sencillo, Markland se embasó por jugada de selección, Stan Breard puso el toque adelantando Alomar hasta tercera. Jim Rivera bateó para doble matanza anotando en la jugada Alomar para igualar el marcador. El próximo bateador era el campeón bate de esa temporada, George Crowe, pero Cabrerita, utilizando todas sus artimañas, lo dominó.

Pedro Juan Arroyo

Santurce se había mantenido en el juego, no tan solo con el picheo de Cabrerita, sino también por la defensa hermética del antesalista Pedro Juan Arroyo, quien había propinado cuatro «outs», entre ellos uno de forma espectacular, un bombo alto que bateó Crowe para los palcos de terreno de la tercera base y Arroyo sacó la bola de entre los fanáticos.

Parte baja de la octava. Venía el Cangrejo al bate. Olmo trajo al líder de victorias de la Serie Regular, el estelar Mike Clark, para lanzar el octavo dominando sin dificultad. Por su parte, «El Tigre»Cabrera, había detenido el reloj del tiempo y se mantenía en la loma por los Cangrejeros lanzando con el corazón en la mano y logró cerrar con cero la parte alta del noveno.

Llegaron a la segunda de la novena entrada. Era ahora o nunca. La presión era insoportable para ambos bandos. Algunos elevaron plegarias, otros hicieron promesas, varios se taparon los ojos, había brujería en el ambiente. Los Cangrejeros abrieron su turno ofensivo con uno que podía decidir el juego de un «swing», el jonronero Willard Brown pero se eliminó con roleta al cuadro. Otro macanero al bate, Bob Thurman, pero Clark lo ponchó. Parecía que el partido se iría a entradas extras. Denton recuerda que «había un poco de pesimismo en el área que yo estaba. La gente decía bueno vamos para «extra-innings» o perdemos como siempre y no ganamos el campeonato. No se esperaba mucho de Pepe Lucas. El no era un gran bateador pero cuando la tocaba bien, se iba.» En efecto, Lucas tuvo promedio esa temporada de .234, con cuatro jonrones y diecinueve carreras empujadas. Sin embargo, en la Serie Semifinal contra Ponce, bateó para .368 y en la Serie Final había lucido bien (terminó con .361). Lo que pensaban los Cangrejeros era que si se iba a entradas extras, Santurce estaría en una posición difícil por lo débil de su ‘picheo’. Ya Cabrerita había lanzado nueve entradas y tenían que venir con Powell, quien había perdido dos partidos en la final.

Pepe Lucas se acercó al plato. Su hermano era el receptor. No cruzaron ni palabras ni miradas. Clark buscó la señal y lanzó una recta venenosa pero fue bola. El siguiente ofrecimiento fue otro petardo de Clark. Esta vez Lucas hizo ‘swing’ y al sonido peculiar de un buen batazo, la bola se fue por el «left -center». Ni Olmo ni Tetelo Vargas se inmutaron; sabían que el encuentro había finalizado. «Todavía sueño casi a diario con ese batazo, un equipo tan bueno como el mío, y perder de esa forma» me señaló en una ocasión el recordado «Pelotero de Las Américas».

Igualmente Robert Denton recuerda que «el batazo fue de línea entre el bosque izquierdo y central, más para el central y ocurrió rápido e inesperado. No dio tiempo ni para gritar. La bola cayó cerca de mí. La gente comenzó a celebrar y ese batazo de Pepe Lucas es tan famoso en Puerto Rico como el conectado por Bobby Thompson allá en Nueva York varios meses después (octubre 1951) cuando eliminaron a los Dodgers de Brooklyn por el campeonato de la Liga Nacional.»
Por su parte, Cucú Cabrera, que vio el batazo sentado en el «dugout» señaló: «cuando Pepe Lucas hizo contacto con la bola yo exclamé: ¡eso es jonrón!, ¡eso es jonrón! Yo me volví loco. Yo quería tanto a mi hermano y estaba feliz por él. Recuerdo que la bola se fue por el «left-center». Mi hermano Luis salió corriendo para el plato y yo corrí para primera base.»

Uno que oyó el partido por radio fue Freddie Thon Jr, (hijo de Freddie Thon y padre de Dickie y Frankie): «Nosotros vivíamos en el cuarto piso de un edificio en la calle Rafael López Landrón en Santurce. Cuando Pepe Lucas conectó el jonrón me asomé al balcón y vi la gente saliendo de sus casas gritando y celebrando. Eso se repitió por todo Santurce. El ruido era increíble. Parecía como si estuvieses en el parque.»

Miles de fanáticos de Santurce celebrando su primer campeonato.

El histórico batazo fue a las 5:05 p. m. La fanaticada cangrejera se tiró al terreno y acompañaron a Lucas durante su recorrido por las bases. Del coraje, Clark lanzó su guante a las gradas. El jugador que apenas había conectado cuatro jonrones en dos temporadas y el día anterior se había ponchado para terminar el partido, hoy era el héroe: » Mike Clark se equivocó conmigo. El creía que yo no tenía las condiciones para dar un jonrón. El primer lanzamiento fue una recta por el medio del plato. Luego me lanzó una curva y fue bola. Entonces repitió la curva y ahí fue que le di a la bola. No fue hasta que iba por primer base que me di cuenta de que había dado un jonrón. Estoy muy contento por haber sido yo quien decidiera la serie y por Santurce estoy dispuesto a hacer cualquier cosa.» En ese momento su hermano, Güi Güi, entró al camerino, lo abrazó y le dijo: «Celebro que fueras tú, hermano, quien te acreditaras como héroe.»

Cabrerita indicó: «Hice cuanto pude. Mis compañeros me ayudaron muy bien en los grandes aprietos en que los valerosos cagüeños me metieron y ganamos en buena lid.»


Por su parte el antesalista Pedro Juan Arroyo contó algo muy interesante que sucedió antes del juego: «Previo al partido, Pedrín nos habló como un general antes de la batalla crucial. Nos dijo: Yo no hice otra cosa que pelear como él lo pidió.»

Pepe Lucas, Pedrin Zorrilla y su esposa Diana Díaz, El Tigre Cabrera y Rubén Gómez, celebran el triunfo de Santurce en la residencia de los Zorrilla.


Luego de once temporadas, los sacrificios y desvelos, rindieron frutos. La celebración comenzó. Pedrín y Rafael Muñiz, juntos desde que comenzó la franquicia en el 1939, se abrazaron en el camerino por largo tiempo, llorando de la alegría. Las primeras palabras de Pedrín fueron: «Tenía un compromiso con nuestra fanaticada desde hace once años. Esa deuda ha sido pagada. Que Dios os bendiga.»


El periodista Rafael Pont Flores escribió: «El hombre más feliz del Mundo, naturalmente, era el Cangrejo Mayor, Pedrín Zorrilla. Todos lo abrazaban y lo felicitaban. Rafael Delgado Márquez, Presidente de los Criollos, se confundió en un fraternal abrazo, mientras seguían los amigos y fanáticos persiguiendo al ejecutivo del Cangrejo para estrechar su diestra.»


Pedrín se dirigió a la fanaticada por radio:» Derrotamos, pero no vencimos a Caguas. Este campeonato que ganamos es el de mayores méritos, nos batimos con un verdadero campeón.» Su esposa Diana declaró: «he dado gracias al Hacedor por habernos brindado esta oportunidad de ser campeones, después de tantos años de lucha.»


Otro eufórico era el dirigente Scales, quien había logrado su sexto campeonato, marca mejorada muchos años después por Mako Oliveras: «Ganamos peleando. Todos los que esperan con calma, tienen sus momentos de alegría. Este es el mío.»

Para Pedrín Zorrilla, ése primer campeonato cumplió su sueño de hacer de Santurce la capital del béisbol. Por otra parte, el batazo de José «Pepe» Lucas St. Claire se recuerda como el “Pepelucaso”, el jonrón más dramático en la historia de nuestro Béisbol.


Aquí el enlace del video donde pueden apreciar el Pepelucaso. https://www.youtube.com/watch?v=7eSFr6Crnz0

Colaboraron en esta historia Luis Rodríguez Olmo, Jesús Cabrera, Robert Denton y Freddie Thon Jr.

Referencias: Periódico El Mundo, Periódico El Imparcial y el libro Pedrín Zorrilla, el Cangrejo Mayor publicado en el 2011 por Jorge Colón Delgado.

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