Que pasó luego del Pepelucaso

Bola firmada por Pepe Lucas.

En Manatí, cuando anunciaron que Pepe Lucas había conectado un jonrón para darle el campeonato a Santurce, prácticamente todos se tiraron a la calle y en pocos minutos se organizó una de las más grandes manifestaciones que se hayan celebrado en dicho pueblo.  Con muy pocas excepciones, Manatí es cangrejero.  La potente sirena del cuerpo de bomberos anunció que Santurce era el nuevo monarca del béisbol.   Se lanzaron fuegos artificiales y se escuchó el silbido de pitos, maracas y de todo artefacto que pudiese hacer ruido. 

Mientras, en San Juan, Pedrín y George Scales se dieron a la tarea de seleccionar los refuerzos que llevarían a la Serie del Caribe a celebrarse en Caracas, Venezuela.  La reunión fue en el Hotel Normandie, ubicado al frente del Estadio Sixto Escobar.  El listado de refuerzos lo encabezó Luis Rodríguez Olmo, Stan Breard, Gui Gui Lucas, Pantalones Santiago, Mike Clark, Roberto Vargas y George Crowe, todos de los Criollos de Caguas menos Pantalones Santiago que jugó con Ponce.  Crowe aceptó ir a Venezuela luego de reunirse con Pedrín.  El Cangrejo Mayor le dijo que era bienvenido si aceptaba ir en iguales condiciones que los demás ya que no lo consideraba mar importante que los otros.  Crowe pedía $500 por hacer el viaje.  En el caso de Olmo, este le dijo a su esposa que lo habían invitado como refuerzo y ella le indicó que no iría pues era fanática de Caguas.  Olmo aceptó la invitación pero no se imaginaba la serie de ensueño que tendría.  

Hotel Normandie, San Juan, Puerto Rico

Al terminar de escoger a los peloteros, Pedrín le dijo a Scales: «Aquí tiene lo que creemos es el mejor grupo de jugadores que tomó parte en el torneo insular.  No son ni de Santurce, ni de Caguas ni de Ponce.  Tampoco son boricuas ni americanos.  Todos son puertorriqueños.  Úselos usted como mejor crea para los mejores intereses de Puerto Rico.»[1]

Pepe Lucas, Pedrin Zorrilla y su esposa Diana, El Tigre Cabrera y Rubén Gómez, celebrando el campeonato en casa de la Familia Zorrilla.

Las celebraciones se extendieron por muchas partes de la Isla.  Como si fuera un asalto navideño, una multitud llegó hasta la casa de Pedrín, en la Calle Bouret de Santurce.  Pedrín y su familia estaban abrumados por la alegría.  Personas de todas las clases sociales fueron a felicitarlo a él y a su esposa Diana.  Santurce no durmió esa noche ni en la madrugada del 18. Un emocionado Rafael Muñiz, quien era parte de la directiva del equipo, dijo que: «Nuestros muchachos tenían que premiar algún día a esta, la más numerosa fanaticada de Puerto Rico, que a la vez es la más pobre pero leal.  Ya ves como aquí en casa de Pedrín vienen tantas personas de todas las clases sociales para abrazarlo.»  Varios peloteros estaban presentes entre ellos Pepe Lucas, El Tigre Cabrera y Rubén Gómez. Igualmente cuando los fanáticos de Santurce arribaron a San Juan en caravana para festejar el triunfo, fueron recibidos con aplausos de los que estaban en las aceras apostados.  Empleados de las tiendas salieron a vitorear a los nuevos campeones. 

Hasta en las guaguas se celebró el triunfo de Santurce.

Pero aparte de las celebraciones hubo muchos fanáticos que habían hecho promesas si Santurce ganaba el campeonato y era hora de cumplir.  Varios fanáticos se quitaron los zapatos y caminaron descalzos hasta sus hogares.  Juan Alfredo Ortiz, niño que cursaba el tercer grado, caminó desde su casa en la Avenida Eduardo Conde hasta las Calle Las Flores en Santurce.  Cuatro lindas damas bien vestidas caminaron descalzas desde Río Piedras hasta la Calle Cerra en la Parada 15, Santurce.  Pero hubo desgracias también.  Un hombre que vivía en un segundo piso en la Calle Europa, Santurce, se emocionó tanto que cayó al pavimento, muriendo en el acto.

Esta es de la más curiosa y aparece en el Periódico El Mundo del 19 de febrero de 1951.  Resulta que Ángel Ortiz Cepero, de Arecibo, pagó una promesa a raíz del triunfo cangrejero.  Ese era paralítico, pero fue sintiéndose mejor de su enfermedad a medida que Santurce iba imponiéndose en la serie semifinal  y luego en la final se había curado.  Entonces cumplió su promesa y vino a pie y descalzo desde Bayamón a Santurce portando una bandera del Cangrejo que guardaba desde hace ocho años. 

Pero la siguiente es para pelos: Francisco Reyes Loubriel del Cruce Dávila en Barceloneta, era veterano de la segunda guerra mundial y cangrejero desde que se organizó el equipo en el 1939. Pidió un campeonato para Santurce y por ello iría descalzo y con ojos vendados a la misa de la ocho de la mañana en la Capilla de la Virgen de la Victoria, oyendo misa de rodillas, y tendría doce velas colgadas al pecho.  Permanecería sin comer, desde las 5 de la mañana hasta las 11:45 de la noche del día siguiente al que Santurce conquistara el campeonato.  Al otro día, prendería 12 velas a las 7 de la noche y entregaría una ofrenda de 25 centavos al padre durante la misa.  El hombre cumplió su promesa.[2]

En Mayagüez, como quince estudiantes del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas , dieron vueltas en la Plaza Colón, descalzos, los pantalones arrollados y los zapatos colgados de los hombros. 

Al otro día, 19 de febrero, exactamente a las 2:45 PM, los Cangrejeros salieron del aeropuerto Isla Grande hacia Caracas para la Tercera Serie del Caribe.  Los muchachos de Pedrín estaban un poco cansados luego de la tensa serie final frente a los Criollos y además de la celebración del campeonato que duró hasta la madrugada.  Muchos fanáticos colmaron el vetusto terminal del aeropuerto de Isla Grande para despedir a su equipo campeón.  La nota jocosa fue Cabrerita quien se apareció con un gabán que parecía el pelaje de un tigre.  

Aquí puede acceder a los detalles del séptimo juego de la Serie Final contra Caguas. https://beisbol101.com/pepe-lucas-y-el-tigre-cabrera-heroes-del-primer-campeonato-de-santurce/

En nuestro próximo escrito compartiré lo actuación de Santurce en la Serie del Caribe que le dio el primer campeonato a Puerto Rico.


[1] Periódico El Mundo, 7 de marzo de 1951.

[2] Periódico El Imparcial, 25 de febrero de 1951.

1 comentario en “Que pasó luego del Pepelucaso”

  1. Olmo me contó que como jardinero, él fue el último que vio salir la bola del parque y que sintió un dolor terrible. Lo peor de todo es que vivía en el corazón de Santurce y los nenes del barrio pasaban en bicicleta frente a su casa gritando: ¡Pepe Lucas, Pepe Lucas! Estaba tan dolido que originalmente no quería ir a Venezuela.

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