Todos los días recuerdo a Roberto Clemente

Luis Rodríguez Mayoral, creador del Día del Pelotero Latinoamericano en las Grandes Ligas, junto al Inmortal del Béisbol, Roberto Clemente.

Estando de vacaciones en Puerto Rico durante noviembre de 1959, vi por vez primera en persona a Roberto Clemente defendiendo los colores de los Senadores de San Juan frente a los Leones de Ponce en el Parque Sixto Escobar.

Desde unos cuatro calendarios…residiendo con mi padre en Panamá…sabia de Roberto y jamás olvido la alegría que sentí cuando en el 1956 con los Piratas de Pittsburgh bateo al ritmo de .311.

Siendo un peloterito en las Pequeñas Ligas para mí ese logro me lleno de mucho orgullo…pues ya estaba «infectado» positivamente con el cáncer beisbolero.

Llego noviembre del 1961…y otra vez la ruta pavimentada por Dios para este servidor puso a mi ente ante Roberto por segunda vez en mi vida.

Un sábado arribe al desaparecido Parque Ernesto Juan Fonfrías en Bayamón donde Roberto, Orlando Cepeda y el recordado lanzador zurdo, Tite Arroyo, ofrecerían una clínica de béisbol para jóvenes auspiciada por la «Leche Fresca».

Durante la entonces recién finalizada temporada de Grandes Ligas, Roberto (PIratas de Pittsburgh) fue campeón de bateo de la Liga Nacional con promedio de .351, Orlando (Gigantes de San Francisco) fue líder en jonrones del mismo circuito con 46 y en impulsadas con 142…mientras Tite Arroyo fue seleccionado como el Mejor Relevista de la Liga Americana al salvar 29 partidos con los Yankees de Nueva York.

Al pisar el terreno de juego, mucho antes del comienzo de la clínica vi a Roberto ya uniformado como un Pirata de Pittsburgh, sentado en una casucha por la banda izquierda del parque.

Con cautela me le acerque y me percate que estaba amarrándose sus zapatos de juego (spikes). Palabra por palabra es imposible recordar lo que le dije…pero si recuerdo su sonrisa y más que nada el olor de la colonia que se había frotado sobre su persona!

Estar, aquel sábado ante esas tres gigantes figura Boricuas del béisbol, esta tatuado con «Tinta China» en mi memoria hace ya casi 58 calendarios.

Durante el verano 1965, en un viaje de Miami a San Juan, conocí al súper buscatalentos de los Piratas de Pittsburgh, Howie Haak…una amistas cercano que duro hasta su muerte.

Fue Howie, en unión a otro gran guía en mi vida dentro y fuera del béisbol…Francisco «Pancho» Coimbre, los que el plan Divino de Dios para este servidor…pavimentaron el nacimiento de mi hermandad con Roberto Clemente.

No puedo precisar la fecha…pero más a menos para esa época fui con ellos al hogar de Roberto y su gentil esposa Vera en la Urbanización San Agustín en Rio Piedras.

Al arribar Roberto nos recibió en «shorts» color gris y sin camisa…pues había estado trabajando en su patio. Al poco tiempo, recuerdo, estando con él en el balcón de su residencia (desde donde prácticamente se veía gran parte de la Zona Metropolitana) charlamos por una media hora y al día de hoy recuerdo el interés que puso en mi ente….¡un estudiante universitario!

Al pasar varios calendarios le veía en El Condado en Santurce, Puerto Rico…pues me pasada los fines de semana en la playa y durante las temporadas invernales de béisbol coincidía con él en el Estadio Hiram Bithorn. Jamás ignoró a mi persona, siempre fue gentil y me hablaba.

Hoy resalta en mi memoria que la mayoría de nuestras conversaciones no eran sobre el béisbol….eran más bien de otros temas como la gente, el estatus de la Isla, etc.

O sea…nuestra relación no fue de vernos todos los días…o de ‘janquear’….y por muchos calendarios la interpreto como una ruta Divina con otros fines.

Hace, más o menos, doce meses, la respetada y eficiente periodista Mildred Rivera Marrero de «El Nuevo Día» con base en San Juan, Puerto Rico, me preguntó sobre mi opinión de la base de la relación entre Roberto y este servidor.

Mi respuesta, básicamente, fue al grano e instantánea, «Roberto me pasó la antorcha para seguir su misión de la defensa de los peloteros de América Latina en el béisbol de Grandes Ligas.»

Un día como hoy recuerdo a Roberto Clemente con su alegría, con sus chistes sanos ante la gente que el quería, con su entrega total ante su profesión y ante la meta que tenía en su mente.

Le recuerdo guiando su auto (premio por su excelente labor en la Serie Mundial 1971, ganada por Pittsburgh frente a los Orioles de Baltimore) como un súper volante de carreras y mientras yo le pedía que redujera la velocidad por la Carpenter Road en Rio Piedras, me decía, «No te preocupes…Luisito…yo guio mejor que Fangio (un conductor de carreras mundialmente famoso nativo de Argentina en aquellos tiempos)»

Le recuerdo cuando varias veces durante la jornada 1972 en Bradenton, Florida, en Pittsburgh y en Atlanta me comunico con un nivel de urgencia, «Tengo que lograr mis 3000 (hits) esta temporada.»

Le recuerdo durante la primavera 1972 en Bradenton, al yo finalizar una siesta en su habitación en la Ciudad de los Piratas, me dijo, «Te voy a preparar un ponche. El ponche que me da fuerzas.»

De inmediato echo en una batidora entre ocho y diez huevos….luego un envase de jugo de uvas (Welch)…y con gran dedicación que lo hizo todo. Me brindo un vaso.

De inmediato me pregunto, «Te gusta?»

En respeto a su intención y dedicación le dije que estaba muy bueno.

Y jamás olvido que el 1ro de octubre del 1972, en ceremonia antes del partido en Pittsburgh…al entregarle un premio especial por sus «3000 Hits» el día anterior frente a los Mets de Nueva York que contenía tierra de Puerto Rico….hizo unos de sus chistes y Vera, Dora Matos de Pasarell (en representación de Gobierno de Puerto Rico) nos echamos a reír marcadamente!

Roberto Clemente vivió en misión asignada por Dios….desde el momento en que nació el 18 de agosto del 1934, en Carolina, Puerto Rico….fruto de amor entre sus padres, Melchor y Luisa Clemente……»Dios había sembrado en el Su propósito para la existencia de Roberto….Dios estuvo muy atento en su asignación para Roberto Clemente durante sus 38 calendarios y 135 días de vida.»

En el plano personal a Dios le doy gracias por la hermandad que el creo entre Roberto Clemente…el ser humano que fue legendario pelotero y este servidor. Y con orgullo manifiesto que nuestra relación fue más espiritual que nada. ¡Entre nosotros no hubo intereses materiales de clase alguna!

Y el regalo más grandes que he recibido de Dios con relación a Roberto Clemente es que por siempre estarán latentes en mi memoria las horas que compartí con el.

(Este ensayo va dedicado a su viuda Vera Cristina e hijos Roberto, Luis y Ricky…al igual que a su hermano mayor Matino y a su esposa e hijas Janette y Judith).

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